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Notas de algunos jóvenes intrépidos, que balbucean sobre el oficio de  consolar que trae el Espíritu del Resucitado.

Notas de algunos jóvenes intrépidos, que balbucean sobre el oficio de consolar que trae el Espíritu del Resucitado.

  • Vocaciones Jesuitas Colombia
  • Autor: Jóvenes en Discernimiento Vocacional

El proceso de discernimiento a la vida en la Compañía de Jesús tiene varias etapas. Durante el tiempo de Pascua, el joven busca consolidar su experiencia de encuentro con el Señor, y pide intensamente una mirada capaz del encuentro con el Resucitado. Mirar la acción del resucitado implica un desafío mayor, pues ya Cristo no se descubre en las coordenadas del tiempo y del espacio, sino que es necesario cambiar los criterios de búsqueda. Una pista es buscar, según enseñó Jesús en vida, dónde se le necesita o dónde hay necesidad. A continuación compartimos el sentir de algunos jóvenes que se encuentran en discernimiento a la vida religiosa:

Fabián: La oscuridad que traen las dificultades obstaculiza el camino a la luz del amor. Justamente es ese dolor aquello que nos impulsa a buscar la luz, a desear cruzar el túnel. Hay una fuerza que nos anima e impulsa a querer abrazar un amor que ofrezca consuelo, que llene la vida de plenitud. Una vida
colmada de luz y plenitud se pone al servicio, para que otros descubran la luz, y este servicio es sincero, espontaneo, libre, porque todo aquello que se haga por deber u obligación son solamente acciones sueltas sin posibilidad de relación. Cristo es la resurrección, y es la luz verdadera, y con su luz quiere
iluminar la vida de todos, llenar el corazón de cada uno con su amor. El espíritu de Jesús es consuelo en las dificultades, por Él se recibe el consuelo, y por él descubrimos el llamado a salir de sí mismo para consolar ahí donde más se necesite.

Favio David: Vamos caminando y vamos respirando, paso a paso. Nos movemos con la fuerza que nos da cada inspiración de aire y de espíritu. El camino va generando unas necesidades, se nos va colando la profundidad del mal, se nos va oscureciendo el sentido de nuestra vida, va desintegrando el yo,
en dolores vacíos, Dios permanece indiferente al sufrimiento, el nihilismo se ve al fondo como la única meta posible: el abismo inmenso y sin razón. Pero debajo está la luz, la consolación. Al fondo del dolor, está la unidad, la comunión, la luz de la Resurrección que nos integra, que nos sana, que nos consuela, con el buen espíritu, con la inspiración sorpresiva que permite integrar el sufrimiento, iluminarlo y darle sentido.

Juan Andrés: El oficio de consolar, no es otro que, el oficio de “remendar corazones”. Un oficio que solo se puede convertir en verdadero acto de servicio cuando “miramos el oficio de consolar, que Cristo nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos suelen consolar a otros” (EE 224), y es un servicio en el que no se busca cuando menos atenuar o ignorar la desolación y sufrimiento, sino darle una nueva perspectiva en base a la esperanza que nos da el amor y cariño que nos tiene Dios. Recordando siempre que “el triunfo y júbilo de la resurrección, procede del martirio y tormento de la cruz”.

David Leonardo: Para tener un acercamiento al resucitado, es importante disponer no solo de la razón, también de los sentidos y del corazón. Se trata de un conocimiento más empírico en el que la resurrección es un hecho que se hace realidad constantemente en nuestra vida, a través de ese sentido
fundamentado en el amor de Jesucristo consolador. Dicho sentido no culmina la experiencia de la persona de Jesús, la revaloriza en medio del sufrimiento y la necesidad, pues es allí donde aparece Cristo. Así, la base del cristianismo es la relación con el otro, que parte de la misericordia y el cariño de Jesús. Ante tanto bien recibido florece del interior bondad, el efecto del consolador que supera la ética humana. Por esta razón, tanto los Espirituales como la vida son una transformación gradual, con el tiempo va madurando a la luz del derrotero del amor de Jesús resucitado.

Jeison: Es innegable que en nuestra vida encontramos situaciones que pueden ser difíciles, y que crean necesidades a las cuales hay que ver con especial atención, a veces pueden ser tan oscuras y negras que apenas se alcanza a vislumbrar lo que está pasando. Pero es justo ahí donde llega el Resucitado a
consolar, no a disminuir el dolor, ni a hacer algo pasajero, sino a darle un sentido nuevo, completo y definitivo, viene a iluminar lo que está pasando de una forma holística y no a centrarse en el problema como fin, en pocas palabras para mí el oficio de consolar de Jesús es cuando hallamos sentido
más amplio y último de eso que vemos oscuro y sin sentido; Es transformar esa situación triste para que a partir de ahí ayudemos y sirvamos a los demás. Es ver que toda la dureza y temores en el fondo están iluminados por su fuerza y paz.

Cristian Darío: La Resurrección, para nosotros cristianos, es un hecho histórico que muestra la victoria de Dios sobre el mal y la muerte; es la muestra bondadosa de un Dios que es Misericordia y que nos impulsa siempre a practicar el bien; es en definitiva el cumplimiento de la promesa del Padre para
con todas sus criaturas mediante la acción salvífica de su Hijo. El Resucitado nos mueve a la consolación, nos impulsa a ejercer el oficio de consolar, que es consecuencia inmediata de su Resurrección. Este consuelo lo recibieron sus mismos discípulos cuando después de estar atemorizados, encerrados y perturbados por su cruenta muerte en cruz, lo ven ahora Resucitado,
acompañándolos, dándoles ánimo, brindándoles esperanza. La misión del discípulo no será otra diferente a la de llevar y transmitir ese mismo consuelo a un mundo con tantas necesidades y urgencias, y para ello es vital practicar el bien. Aunque aquí, la bondad, no se convierte en imperativo para quienes
creemos en Jesús; brota más bien de la misma libertad humana, de un cambio, de una transformación interna suscitada por la misma persona de Jesús, que es la fuente inagotable de dicho consuelo. El cristianismo no nos llama a ser héroes, porque debemos ser conscientes, primero, de nuestra fragilidad, y porque precisamente, es en la misma debilidad donde encontramos la fuerza de Dios; por algo Él, por el Misterio de su Encarnación, quiso hacerse hombre, y asumiendo esa debilidad, quiso luego levantarnos, consolarnos, mostrarnos que debajo de tanto dolor y sufrimiento está presente su Resurrección, que debajo de la herida de nuestros errores y pecados, se halla presente su acción
de consuelo que alivia y sana nuestro dolor, y que nos impulsa a aliviar y sanar los dolores y necesidades de los demás.

Edgar José: Teniendo en cuenta los dos sentidos de la cuarta semana de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio: un sentido experimental existencialmente y un sentido revelado antes en la Resurrección de Jesús, que relaciona parte de la tercera semana, especialmente cuando constata que el actuar no es un camino fácil que se da en la vida sin suprimir la dureza y el escándalo. El esfuerzo es cambiado por el sacrificio y desafía al cristianismo especialmente en su debilidad que es la fuerza de Dios. Por tanto, entiendo sobre el oficio de consolar como el volver en algo que ha transformado a partir del escándalo, ya que no necesita ser descubierto por el conocimiento interno pasado, sino como el gesto del resucitado que ilumina de repente todas las oscuridades. Así contribuye a que se cree un nuevo conocimiento interno que sea capaz de descubrir en medio de las experiencias de dolor en el mundo y en donde la divinidad se esconde, la Resurrección.

Michael Luis: En este párrafo donde se habla de una manera la forma en que se medita la cuarta semana de los ejercicios espirituales. El autor nombra algo llamado <Oficio de consolar> que consiste en la transformación del propio ser, luego de haber experimentado un choque con la persona de Jesús resucitado. El encuentro con el resucitado suscita de una manera interna un cambio, que invita a la persona a transformar su estilo de vida para no negarla ni suprimirla.Trata de no llenarse de contenido, sino de ir descubriendo una experiencia íntima y personal con Dios. Por último habla de recordar la trayectoria experiencial de encuentro con el Resucitado. Ya al finalizar habla de algo llamado <consolación para alcanzar amor> que es contemplado al final de la cuarta semana que el texto lo llama algo extraño y desconcertante.

Juan Guillermo :Todo en la vida del que busca a Dios con sincero corazón cobra sentido y se hace nuevo en la experiencia del Señor Resucitado, quien se entregó a la muerte por puro amor, pero que no se quedó colgado del madero, sino que venció a la muerte y resucitó “para permanecer con nosotros,
todos los días, hasta el fin de los tiempos” (cf. Mt. 28, 20), “consolando”, transformando y dotando de sentido los dolores y sufrimientos de todos los hombres y mujeres que buscan a Dios con sincero corazón. Aquel que nos amó primero se hizo hombre, sufrió y murió, no por el cumplimiento frío y estéril
de la ley, sino por puro cariño, por puro amor con la humanidad. Este acontecimiento de amor y donación total, sin reservas, es el que ilumina nuestra vida y nos permite ser cauce de la Misericordia de Dios, de experiencia del Señor Resucitado y de “consolación” para el prójimo, no por nuestros méritos, sino por Su Infinito Amor, pues “nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos” (Jn, 15, 13), tal como lo hizo Cristo por todos. En la experiencia de Su Amor la vida entera encuentra sentido y “consolación”; al estar con Él, dejarlo ser a Él, descubrimos que “ya no soy yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2, 20).

 

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